dimarts, 31 de maig del 2016

El populismo salvaje

EL POPULISMO, LA VENGANZA DE LA MEDIOCRIDAD


No nos debe sorprender que el éxito de las propuestas populistas en las elecciones europeas coincida con el fracaso de sus políticas en Venezuela, Argentina o Grecia. El populismo nunca tiene la culpa de sus errores y, al transformarse en opción política en otro país, acude inexorablemente al enemigo exterior como justificación de los desastres a los que siempre lleva a la economía. El objetivo del populismo no es reducir la pobreza, sino beneficiarse de gestionar el asistencialismo. Utilizar las gigantescas partidas para ayudas sociales o programas de empleo para crear más comités y observatorios, haciendo de los ciudadanos clientes rehenes que dependen de la generalización del subsidio y terminan por votarles ante la falta de oportunidades por la destrucción del tejido empresarial y de las opciones de buscar otros empleos.

El populismo es, en realidad, la venganza de los mediocres. Un grupo que se autoconcede la representación del pueblo y que, como tal, aunque tenga un respaldo electoral minoritario, decreta que todo el que no está con él va contra el pueblo. “La gente corriente”, repetían ante los medios el día en que tomaron sus asientos en el Congreso de los Diputados de España. Da igual que esa “gente corriente” incluya privilegiados del sistema público o a grandes fortunas. Ellos son la gente. Usted, no.

El mensaje es muy atractivo porque elimina la meritocracia y la recompensa del esfuerzo, porque acaba con la competencia entre pares, que siempre representa una incomodidad, porque liquida la disputa en buena lid en pos de la prosperidad, cuya tarea se endosa al Estado, que es el menos capaz de proporcionarla. Los votantes españoles del partido populista Podemos no solo conocen los viajes a Venezuela, las conexiones con el chavismo o con Irán y la simpatía hacia los defensores del terrorismo. Es que les parece estupendamente, sobre todo ante dos ideas enfrentadas: (1) No podemos estar peor (una clara falacia, como se ha demostrado en Grecia, Venezuela, Argentina, etcétera) y (2) van a acabar con la corrupción y a dar trabajo a todos. | Daniel Lacalle
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