dimecres, 28 de desembre del 2016

Dejemos de poner nuestra atención en los problemas equivocados y las soluciones fallidas

¿Ha sido el 2016 un año terrible o el mejor de la historia?


Al leer las páginas de columnas de opinión, uno queda con la impresión de que el mundo está enfrentando un malestar que supera cualquier acontecimiento individual, y que la gente se está volviendo cada vez más (y más peligrosamente) dividida. Pero si damos un paso hacia atrás queda claro que hay muchas razones para ser optimistas. De hecho, en muchos sentidos vivimos la mejor época de la historia. Es más, algunos temas de los que más nos preocupamos -debido a las redes sociales y las noticias las 24 horas- no son los problemas que debieran tenernos en vela.

Piénsese en la creciente desigualdad, uno de los temas del año de los que más se habla. No hay duda de que en los últimos dos siglos ha aumentado la brecha entre los ingresos más altos y los más bajos, pero eso es porque prácticamente todo el mundo sufría los mismos niveles de miseria en 1820. Más de un 90% de la humanidad vivía en la pobreza absoluta. Luego llegó la Revolución Industrial, llevando un rápido crecimiento del ingreso a todos los puntos donde se propagó: China desde 1978 e India desde 1990 registraron índices particularmente altos. Como resultado, el año pasado menos de un 10% de la población mundial vivía en la pobreza absoluta.

Más aún, las economías en desarrollo están contribuyendo a una próspera clase media que se ha más que duplicado, desde cerca de mil millones de personas en 1985 a 2,3 mil millones en 2015. Esta inmensa reducción de la pobreza ha sustentado un declive de la desigualdad del ingreso global a lo largo de las últimas tres décadas.

La desigualdad ha bajado también según otros índices. Desde 1992, la cantidad de gente con hambre en el mundo ha bajado en más de 200 millones, a pesar de que la población humana creció en cerca de dos mil millones. El porcentaje de hambrientos casi se ha reducido a la mitad, desde un 19% a un 11%.

En 1870, más de tres cuartas partes de la población mundial era analfabeta y el acceso a la educación era incluso más desigual que el ingreso. Hoy más de cuatro de cada cinco personas pueden leer, y los jóvenes tienen un acceso sin precedentes a la escolarización. Los analfabetos corresponden principalmente a las generaciones mayores.

La historia es parecida en el ámbito de la salud. En 1990, casi 13 millones de niños morían antes de cumplir los cinco años. Gracias a las vacunas, una mejor nutrición y mejor acceso a la atención de salud, la cifra ha caído por debajo de los seis millones. En términos más amplios, la desigualdad de la esperanza de vida es más baja hoy, porque son mucho más accesibles los avances médicos disponibles solo para la elite hace alrededor de un siglo.

En pocas palabras, el mundo no se está yendo al infierno. Y si todavía hay multitud de problemas que solucionar, a menudo no son los que ocupan nuestras reflexiones y debates públicos. La elección de Trump ha generado inquietud en los comentaristas que temen que su potencial rechazo del acuerdo climático de París pueda “condenar la civilización”. Pero el acuerdo de París nunca iba a solucionar el calentamiento climático. De hecho, de acuerdo a la misma ONU, los recortes a las emisiones de CO2 producirían apenas un 1% de la reducción necesaria para mantener el aumento de la temperatura global dentro de 2º Celsius con respecto a los niveles preindustriales.

En contraste, la promesa de Trump de desmantelar los acuerdos de comercio ha recibido muy pocos rechazos. Por el contrario, en los barrios más exclusivos de Nueva York, Berlín y París se comparte esa oposición al libre comercio. Pero los análisis de coste-beneficio muestran que un comercio más libre es el principal motor para sacar de la pobreza a los ciudadanos del planeta. Según una investigación encargada por mi centro de estudios, el Centro del Consenso de Copenhague, si se resucitara la moribunda Ronda de Desarrollo de Doha de negociaciones de libre comercio global se elevarían los ingresos de miles de millones de personas en todo el mundo, al tiempo que se reduciría la cantidad de personas en la pobreza en la asombrosa cifra de 145 millones en 15 años. Nuestras prioridades de salud global sufren un sesgo similar. Dedicamos gran parte de este año a preocuparnos sobre el virus Zika, especialmente una vez que llegó a los Estados Unidos. Y es cierto que el Zika, con sus devastadores efectos sobre los niños, es causa de preocupación en Brasil y otras áreas. Sin embargo, la tuberculosis, que ha recibido relativamente poca atención, sigue siendo la mayor y más letal enfermedad infecciosa global.

Sabemos cómo tratar la TBC, al igual que sabemos cómo reducir la mortalidad infantil y hacer frente a la desnutrición. En una medida no menor, estos retos globales persisten porque nos centramos en otros problemas.

Decidámonos a solucionarlos para tener un mejor 2017. Debemos dejar de poner nuestra atención en los problemas equivocados y soluciones fallidas. | Bjørn Lomborg

Artículo completo, aquí

Por si alguien tenía dudas todavía: Podemos sigue en 1936, sigue en la guerra civil




Pues que vete también a Santiago Carrillo y al PCE por haber promovido la Reconciliación nacional




Entendiendo el fenómeno Trump: la rebelión de los MAR (Middle-American revolution)


INSTITUTO MISES.- Durante la campaña presidencial, algunos conservadores, tratando de entender el fenómeno Trump, descubrieron repentinamente la obra de Sam Francis, un autor y articulista de hace 25 años. Francis escribió acerca de lo que llamaba los radicales medios estadounidenses (MAR, por sus siglas en inglés).

Los MAR consideran la corrección política exactamente con el mismo desdén que Hollywood, los medios de comunicación y la clase política tienen por ellos. No son rígidamente ideológicos, ni siquiera ideológicos en absoluto. Aunque en general apoyan la propiedad privada y la Constitución de EEUU, no se oponen filosóficamente a la regulación de los negocios, creen que el libre comercio les ha perjudicado y no tienen ningún interés en absoluto en recortar ls Seguridad Social ni el medicare. Y son antiglobalistas.

(...)

Las elecciones de 2016, por fin, hicieron justicia al análisis de Francis. Los MAR aparecieron a raudales, a pesar de los mayores ataques que puedan recordarse sobre su candidato por parte de los medios y la élite cultural.

En este entorno no libertario, ¿qué podría esperar razonablemente un libertario, por supuesto además de los horrores habituales? Principalmente esto: (1) rebajar la tensión con Rusia; (2) menores impuestos a las empresas; (3) alivio regulatorio.

En un discurso de hace solo unos pocos días Trump resumía su política exterior. Sigue queriendo luchar contra el ISIS. Pero continuaba diciendo: “Seguiremos una nueva política exterior que aprenda por fin de los errores del pasado. Dejaremos de derrocar regímenes y eliminar gobiernos”.

Podríais pensar que un discurso tan poco en consonancia con el último medio siglo de intervencionismo bipartidista tendría alguna atención en los medios y sería discutido durante días. Pensaríais eso si no tuvierais conocimiento previo de los medios estadounidenses. Ese aspecto del discurso fue resaltado por los medios alternativos y nada más.

(...)

...Trump puso más claramente a la vista que nunca el partidismo de los medios. Hay personas que piensan que la segunda y tercera generaciones de estadounidenses de origen mexicano van a ser deportadas o que temen realmente el confinamiento de negros y homosexuales en campos de concentración. No lo deducen de nada que haya dicho Trump. Es completamente obra de los medios y los guerreros de la justicia social.

Hablando de estos últimos, la locura en las universidades está en YouTube para que la vea la gente normal. Los guerreros de la justicia social están tratando de mostrarse como víctimas de los autoritarios seguidores de Trump. ¿Pero cuántos de sus profesores han visto interrumpida sus clases?

¿Cuántos mítines de Bernie o Hillary han tenido que cancelarse por motivos de seguridad?

¿Cuánta gente ha sido golpeada por llevar sombrero de Hillary? (Vale, eso no fue justo: nadie ha llevado nunca un sombrero de Hillary).

¿Cuándo fue la última vez que un evento de los guerreros de la justicia social fue interrumpido por libertarios o conservadores?

Los maestros (incluso sindicatos entre maestros) han distribuido currículos en contra de Trump para su uso en las escuelas públicas. ¿Cuándo fue la última vez que se propusieron currículos contra los demócratas para su uso en escuelas públicas?

Y dejadme recordar: ¿qué candidato estaba en ese partido que fue grabado describiendo su práctica de contratar provocadores para tratar de provocar violencia?

El comportamiento violento, no de los seguidores de Trump (siendo la supuesta ola de delitos del odio inspirada por Trump un invento imaginada por los medios), sino de los opositores a Trump, es completamente visible.

En otras palabras, encontramos en la izquierda todas las características que esta afirma encontrar en los seguidores de Trump: intolerancia, ocio a las personas distintas de ellos, autoritarismo, cerrazón mental y deseo de violencia. | Llewellyn Rockwell


Jaume Sisa y el independentismo: '¿Quiénes son nuestros héroes?, el Sr Esteve, el mossèn y el caganer ¿Se puede ir con esto a algún lugar?


JAUME SISA.- Es lógico que cuando nada hay la esperanza sea máxima. Puede que vayamos hacia atrás, pero partimos de un cierto nivel. Ahora un pobre puede tener una pantalla de plasma, móvil y coche, pero yo, que soy de familia humilde, no recuerdo tener nada en casa y toda la sociedad era pobre, y si nos situamos en los años 30 aún había más pobreza. Los obreros trabajaban 12 o 14 horas y eran pobres. Todos estos de la CUP y del 15 M me parecen gente bien intencionada, pequeños burgueses que no han pasado hambre, personas con formación..

P: Materialmente hacia adelante, espiritualmente hacia atrás.

R: No hemos avanzado nada, sólo oigo discursos vacíos, tópicos, demagógicos…..y se compran esos discursos sin saber cuánto cuestan. La independencia, por ejemplo, nadie dice lo que nos costará y encima nadie lo pregunta. Los catalanes sabemos que todo tiene un precio. Ningún catalán se embarcaría individualmente en un viaje sin preguntar cuándo llegará, y si el desayuno está incluido y el taxi pagado……Es muy curiosa esta dicotomía entre el catalán pragmático y el súper ego social catalán independentista propio de “lo queremos todo”. Hay tres formas de pagar el viaje, y ninguna de ellas es del agrado del catalán: que le toquen la cartera, que le toquen la cara o que le toquen el Barça.

P: ¿Y por qué cree que ha cuajado, por lo ilusionante de su sentido poético?

R: Exactamente, la independencia se ha convertido en una idea poética. La poesía llena los huecos de la realidad ordinaria y ayuda a sobrellevarla, pero en Catalunya se habla desde la poesía de la realidad ordinaria, que tiene otras leyes que se han de considerar. Un cantautor puede prometer la luna, un político no, y si lo hace, engaña. Los políticos nos han ocupado el espacio poético. ¿Por qué una gran parte del pueblo catalán ha comprado esta idea sabiendo que es imposible? Sin una guerra o una revolución esto de la independencia no es posible.

P: ¿No se desobedecerá?

R: No. Bueno, alguno sí lo hará, y cuando le caiga la primera ostia, todo el mundo a comer a casa y a la cama pronto que mañana abrimos la botiga. ¿Quiénes son nuestros héroes?, el Sr Esteve, el mossèn y el caganer... ¿se puede ir con esto a algún lugar? Por contra ¿qué héroes tiene España?, un loco que fue por ahí queriendo cambiar el mundo llamado Quijote. El sr Esteve no salió de su tienda...
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