diumenge, 27 d’agost del 2017

El autismo nacionalista


El nacionalismo tribal y la izquierda regresiva presumen que Cataluña y su capital Barcelona son un modelo de sociedad solidaria, acogedora y diversa. Una sociedad abierta. Pero la asonada del sábado en el Paseo de Gracia evidencia, por el contrario, que una parte de la sociedad catalana es, cada vez más, autista. Una sociedad que los nacionalistas de casi todos los partidos empujan insistentemente hacia el egocentrismo y el ensimismamiento, convirtiendo la sociedad abierta en un espejismo.

La manifestación debía ser, en primer lugar, un acto de respeto, recuerdo y homenaje a las víctimas. Y en segundo lugar, un mensaje inequívoco de denuncia de sus asesinos. No fue ni lo uno ni lo otro, a pesar de la que la gran mayoría de los manifestantes resistieron la provocación. Fue un acto de irrespeto, desvergüenza, demagogia y calumnia por parte de los secesionistas y sus aliados. Fue una exhibición de narcisismo nacionalista,

Concibieron la manifestación como un peldaño más en su golpe de Estado. Ignoraron los motivos de la misma y sus exigencias. ¿Cómo se les iba a ocurrir, por ejemplo, llenar la cabecera de la manifestación con las 34 banderas de los países de las víctimas si sólo estaban pensando en colocar la suya? La estelada bananera que nos quieren imponer a todos en lugar de la histórica y constitucional senyera.

Tampoco se les ocurrió invitar formalmente a representantes oficiales de aquellos países que han tenido víctimas en nuestras Ramblas, ni a las instituciones europeas. Por el contrario, quisieron impedir la presencia de personalidades e instituciones que representan al conjunto del estado español, que fueron relegadas y acosadas por ser quienes eran.

Utilizaron a las víctimas, que de supuestos protagonistas del acto pasaron a ser telón de fondo de sus intereses partidistas, e ignoraron a sus asesinos. Como si se hubieran muerto porque sí. Las humillaron en su dignidad al salvaguardar la mano que mueve a sus verdugos.

Cuando muere una mujer agredida por su pareja, lo que más se destaca es el machismo asesino. Pero cuando, en nombre de Alá, aplastan la vida a un simple ciudadano y a su sobrino mientras paseaban por las Ramblas, eluden siempre señalar que murieron en nombre de una religión.

Una labor de propaganda ha logrado despistarnos y hacernos disociar los atentados de cualquier aspecto religioso. Hoy, ya nadie se plantea el papel del Islam en la ideología del Estado Islámico. La comedura de coco ha sido tal que todo el mundo acepta que no hay que cuestionar “el hecho religioso en sí”. Éste se impone a todos, y aquellos que se atreven a ponerlo en entredicho son tachados de burdos anticlericales de otra época.

Pero como a pesar de todo hay que dar una explicación a los atentados, se nos sirve como sucedáneo la geopolítica. Las causas de todos los atentados serían la guerra en Irak, el petróleo, la política de Obama, de Trump, y todo un conjunto de razones que, si bien no carecen de cierto interés ni pertinencia, tienen el gran mérito de evitar que se hable de religión y, sobre todo, de la musulmana.

A menudo se contrapone el Islam con el islamismo. Como si estas dos concepciones religiosas fuesen dos planetas extraños el uno respecto al otro. Para ahorrar a los musulmanes moderados la afrenta de vincular su fe a la violencia yihadista, se ha disociado metódicamente la religión musulmana del islamismo. Sin embargo, el islamismo forma parte del Islam.

Cuando se critica la Inquisición y sus crímenes, no se desgaja ese fanatismo del resto de la Iglesia católica. Aunque muchos cristianos denunciaron la Inquisición, ésta es un elemento del cristianismo y de la Iglesia. Por ello, siglos más tarde, el papa Juan Pablo II se sintió obligado en 2000 a hacer votos de arrepentimiento por los crímenes cometidos en nombre de la Inquisición; en nombre del cristianismo. [Extracto del editorial de Charlie Hebdo sobre los atentados de Barcelona] 

Como el islamismo, el nacionalismo es un cáncer político. Pronto sabremos si hay metástasis o si el cuerpo social ha reaccionado, aislándolo y conteniéndolo. Soy de los que creen que al final no pasará nada grave. Pero no por optimismo antropológico, sino porque el pueblo catalán ha sido siempre lúcidamente cobarde.





dissabte, 26 d’agost del 2017

El editorial de 'Charlie Hebdo' sobre los atentados de Barcelona que hoy conviene leer



...una labor de propaganda ha logrado despistarnos y hacernos disociar los atentados de cualquier aspecto religioso. Hoy, ya nadie se plantea el papel del Islam en la ideología del Estado Islámico. La comedura de coco ha sido tal que todo el mundo acepta que no hay que cuestionar “el hecho religioso en sí”. Éste se impone a todos, y aquellos que se atreven a ponerlo en entredicho son tachados de burdos anticlericales de otra época.

Pero como a pesar de todo hay que dar una explicación a los atentados, se nos sirve como sucedáneo la geopolítica. Las causas de todos los atentados serían la guerra en Irak, el petróleo, la política de Obama, de Trump, y todo un conjunto de razones que, si bien no carecen de cierto interés ni pertinencia, tienen el gran mérito de evitar que se hable de religión y, sobre todo, de la musulmana.

A menudo se contrapone el Islam con el islamismo. Como si estas dos concepciones religiosas fuesen dos planetas extraños el uno respecto al otro. Para ahorrar a los musulmanes moderados la afrenta de vincular su fe a la violencia yihadista, se ha disociado metódicamente la religión musulmana del islamismo. Sin embargo, el islamismo forma parte del Islam.
Cuando se critica la Inquisición y sus crímenes, no se desgaja ese fanatismo del resto de la Iglesia católica. Aunque muchos cristianos denunciaron la Inquisición, ésta es un elemento del cristianismo y de la Iglesia. Por ello, siglos más tarde, el papa Juan Pablo II se sintió obligado en 2000 a hacer votos de arrepentimiento por los crímenes cometidos en nombre de la Inquisición; en nombre del cristianismo.
Curiosamente, cada vez que los integristas musulmanes cometen crímenes, se crea en torno a ellos un cordón sanitario para “exfiltrarlos” del Islam, y así evitarle a la religión de Mahoma la más mínima crítica. Oh, sí, cuánto más confortable es hablar de Bush, Obama o Trump que husmear en los problemas que desde hace décadas desgarran al Islam.
El confort intelectual prima por encima de todo. El confort es la obsesión de nuestras sociedades consumistas. Queremos unas vacaciones confortables en España, en buenos hoteles y con buenos restaurantes. Queremos debates apasionados sobre Neymar y sobre el cierre de los paseos que bordean el Sena. Oiga usted: ¡es que no nos hemos alquilado un piso turístico en Barcelona para que nos arrollen en Las Ramblas y encima tengamos que ponernos a hablar de la religión musulmana! Para nuestro confort, evitemos pensar en todos estos asuntos penosos que nos emponzoñan la existencia. No pensemos demasiado en ellos: otros, con sus vehículos asesinos y sus cinturones de explosivos lo harán por nosotros".
Traducción exprés de 'el extranjero profesional'


divendres, 25 d’agost del 2017

La manifestación de hoy en Barcelona es una vergüenza y una temeridad




Una vergüenza porque sabemos que ha sido organizada para otros fines. La Asamblea Nacional de Cataluña, por ejemplo, ya ha llamado a asistir a la misma con 'estelades' -la bananera bandera independentista- en rechazo a la presencia del rey Felipe VI.

Y una temeridad. Y por partida doble. Por un lado, por la crispación nacionalista que puede estallar, con o sin provocación alguna, y crear situaciones de violencia. Por otro, y especialmente, porque es prácticamente inédita una manifestación de este tipo en Europa en rechazo del terrorismo islamista y en solidaridad con las víctimas. Y lo es sobre todo por razones de seguridad, especialmente cuando la manifestación se ha convocado anticipadamente con fecha, hora y lugar.

Con la excepción de París tras los atentados contra Charlie Hebdo, en ninguna otra parte -Berlín, Londres, Estocolmo...- se convocaron manifestaciones multitudinarias de este tipo. Se realizaron concentraciones, actos de apoyo a las víctimas o celebraciones religiosas y civiles.

A diferencia de la de Barcelona, la manifestación de París se planteó como una respuesta conjunta europea por la libertad de expresión y los valores democráticos, contra la intolerancia y el terrorismo yihadista. Es por ello que asistieron a la misma y en su cabecera presidentes y primeros ministros de diversos países europeos y de la instituciones de la UE (Angela Merkel, Donald Tusk o Jean Claude Juncker), así como personalidades políticas de todo el mundo, entre ellas Benjamin Netanyahu y Mahmoud Abbas.

El peligro de un ataque terrorista contra este tipo de actos masivos, a pesar del gran despliegue de seguridad, no es imposible. Son una tentación y un reto. E imaginación para superarlos no les falta a los terroristas. El uso de aviones comerciales como misiles o de simples camiones como tanques en el centro urbano de una ciudad así lo atestiguan.

En el caso de Barcelona, solo con tomar un helicóptero en uno de los tres helipuertos más cercanos a la capital catalana, una avioneta del aeropuerto de Sabadell o una manada de drones con explosivos se podría provocar una masacre apocalíptica, no solo por impacto directo sino por la propia muchedumbre en su huída.

Por favor, dejen de jugar con los ciudadanos y con las víctimas. ¿O es que ya no se acuerdan que nos han declarado la guerra?


Las razones por las que alguien debería dimitir por los errores políticos y policiales en el 17-A y no lo hará




Si algo parece claro una semana después de los atentados del 17-A son los graves errores cometidos previamente por el cuerpo de los Mossos d'Esquadra. Errores graves que, de no haberse producido, tal vez hubieran evitado o paliado la masacre. Errores que quedaron ocultos inicialmente por la profesionalidad, la entrega e incluso el heroísmo, de los agentes desplegados para capturar a los culpables. Errores que ya son evidentes también para la prensa internacional. Incluso para un cargo de la Generalitat que acusa al gobierno español de permitir el atentado para que los Mossos fracasaran. Argumento falaz que tendría su simétrico en los que acusan a los Mossos de dejar actuar a los yihadistas para poder atraparlos rápidamente y ponerse la medalla, apareciendo como la policía de un estado soberano.

Los Mossos se equivocaron de manera incomprensible en la evaluación de la explosión del chalé de Alcanar. Y lo que es peor, no rectificaron a pesar de los datos que iban apareciendo. Sólo lo hicieron cuando ya no fue posible negarlo, al encontrar en la furgoneta de los terroristas pruebas inequívocas que los vinculaban con la explosión de Alcanar.

Los Mossos se negaron a recibir la ayuda de los Tedax tras la primera explosión. No supieron valorar, en su primera inspección ocular, la documentación del imán de Ripoll que hallaron en los escombros junto a un manuscrito en árabe con referencias a 'soldados del EI'. Ningunearon a la jueza Sonia Nuez espetándole un 'Señoría, no exagere' cuando los advirtió de que los hechos apuntaban a un atentado yihadista y no a un simple trapicheo de drogadictos. Y no solo eso, los Mossos tuvieron delante de las narices en Alcanar sin verlo el coche de Houssaine, lo que le dio 24 horas para atentar en Cambrils. Pero aún hay más. No les quitó el sueño encontrar páginas del Corán entre los escombros, como tampoco se lo había quitado meses antes el aviso directo de la policía belga sobre el imán de Ripoll. Aviso del que hicieron caso omiso ya que no abrieron ninguna investigación sobre el mismo.

Esa manera autista de actuar de la dirección de los Mossos tiene bastante que ver con el proceso de transformación del cuerpo policial en 'estructura de estado' de la Generalitat. Proceso en el que la comunicación entre cuerpos policiales ha sido cada vez menos fluida llegando a ser, en muchos casos, inexistente. Que eso es cierto lo atestiguan muchas fuentes, entre ellas la mayoría de sindicatos de policía, aunque la Generalitat y un sindicato de los Mossos lo desmientan.

Sin embargo, que los Mossos retienen o no comparten toda la información de que disponen es algo que ha dicho incluso el mismo Major de los Mossos, Josep Lluís Trapero. En una entrevista realizada por Josep Cuní en 8tv el pasado mes de abril, a Trapero se le escapó decir que ya conocía la existencia de una amenaza en la estación de Sants cuando el Estado se la notificó. Seguramente lo dijo para demostrar a los telespectadores la competencia del cuerpo que dirige sin reparar que también estaba reconociendo que disponía de información que no había comunicado al Estado. De no ser así ¿por qué el Estado había de comunicar a los Mossos algo sobre lo que estos ya le habían informado previamente?



Vale la pena revisar atentamente esa entrevista porque da muchas claves para entender lo que ha pasado. En ella, Trapero hace algunas afirmaciones que muestran la autocomplacencia y el irresponsable sentido de invulnerabilidad que embriaga a gran parte de la sociedad catalana, emanada de la 'moralidad política' transversal,  buenista y políticamente correcta, de su necia élite dirigente. Eso lleva a Trapero -como a Colau-  ha afirmar que en Cataluña tenemos una cultura más integradora que en otras partes, lo que ha generado menos radicalismo. Lamentablemente, la célula de Ripoll se ha empeñado en desmentir por completo al jefe de los Mossos al evidenciar, más nítidamente que en otros atentados anteriores en Europa, que el terrorismo yihadista no tiene nada -o casi nada- que ver con la integración. 



En esa entrevista, Trapero afirmó también que el salafismo, del que admite su importancia en Cataluña, está a la baja. Se supone que gracias a esa 'moral' y a la acción del Govern. Tal vez sea cierto que esté a la baja, pero su capacidad para matar ha alcanzado su punto culminante. No se trata ya de supuestos o reales 'lobos solitarios' sino de una auténtica 'célula yihadista' con conexiones internacionales.



Inmerso en ese espejismo institucional de oasis catalán, el primer responsable profesional de los Mossos menosprecia y desdeña la colocación de pilonas o bolardos en los lugares más concurridos y emblemáticos de Barcelona. Según él -igual que Forn y Colau antes de ser forzados a revisar a regañadientes su política de seguridad- las medidas no deben tomarse 'por si acaso' puede pasar algo o por simple 'postureo' seguidista de lo que otros hacen, sino por responsabilidad. Una responsabilidad que dejó libre y expedito el acceso a las Ramblas sin que el aumento, supuesto o real, de vigilancia sirviese para nada. A veces creo que subestiman el riesgo porque están convencidos que todo el mundo nos ama. Lo subestiman tanto que el Govern solo dedica 350.000 euros a la lucha secreta contra el yihadismo frente al millón de 2009.




Alguién ha dicho, y con razón, que si los atentados hubieran ocurrido en Madrid siendo alcaldesa Ana Botella los medios y toda la oposición la hubiesen atacado sin piedad, responsabilizándola políticamente de las muertes y exigiendo su dimisión y su procesamiento. Pero eso solo suele ocurrir cuando el responsable político es del PP. En Cataluña, a pesar de que los graves errores cometidos interrogan profesional y políticamente a altos cargos de los Mossos, del Ayuntamiento de Barcelona y de la Generalitat de Cataluña, nadie pide responsabilidades ni nadie las asume. Como buenos españoles, aquí tampoco nadie dimitirá.









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QUÉ HARÍA SI FUESE UN “ASSASSIN”: AVIÓN, HELICÓPTERO O DRONES SOBRE BARCELONA

¿A qué juegan nuestros políticos? ¿Los que han convocado la concentración de masas para el sábado 26 de agosto por la tarde en Barcelona, han calibrado bien lo que está realmente en juego?

¿El nivel de captación de la realidad política internacional es tan baja que no se han dado cuenta de que los atentados en Cataluña, en Barcelona y Cambrils, no son un juego de unos desarrapados, sino una acción más de una larga y potente cadena? De hecho, Europa, España y Cataluña están en guerra. Y por lo que se ve, algunos dirigentes, o muchos, lo dejan de lado y procuran arrimar el ascua de las masas (los ciudadanos que se acercarán a Barcelona para manifestarse contra el crimen del 17 de agosto) a su sardina política. De hecho ya se han efectuado múltiples muestras ciudadanas de reconocimiento a las víctimas en los días inmediatos a los atentados. ¿Otra más? ¿Otra concentración de multitudes con día y hora prevista? | ANTONI ALBERT
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dijous, 24 d’agost del 2017

El buen muchacho Younes y el desconcierto de la educadora social




¿Cuál es la explicación de que Younes Abouyaaqoub, 22 años, tan buen muchacho que incluso hablaba catalán correctamente, enfilara con una furgoneta las Ramblas matando hombres, mujeres y niños, y luego en su huida aún apuñalara definitivamente a un hombre más? La explicación no se conoce, porque la conducta humana, en el caso de que tenga lo que entendemos por una explicación, es un misterio. Lo refleja con ingenuo patetismo la carta pública de una educadora social que trató al asesino, a él y a algunos de los otros, y que se expresa en los términos perplejos que hizo célebres Joan Manuel Serrat: "Si le diste toda tu juventud/ un buen colegio de pago/ el mejor de los bocados/ y tu amorrrr... Amor sobre las rodillas/ Caballito trotadorrrrr". Ni la educación solvente ni el cuidado amoroso ni la integración social son garantías de nada. Y, al mismo tiempo, es obvio que la ausencia de educación, de cuidado y de integración empeoran las cosas. Lo sorprendente, sin embargo, es que en su delicado trato con los inmigrantes, en su empeño por hacer que el trabajo cultural pueda convertirse en una herramienta poderosa de civilización, el educador social de Occidente nunca denuncie la religión ni su probada capacidad de convertirse en un relato maligno.
(...)
El educador social no se atreve a incluir en su nutrida y tan correcta caja de herramientas la deslegitimación de la patraña religiosa, prolongando así fuera de la familia y el grupo, en el espacio público, su devastador efecto reverencial. Y aún menos se atreve, en el concreto caso islamista, a quebrar su militancia en el relativismo y a proclamar la sacrílega evidencia, esto es, que el nombre y la esperanza de dios es más letal en algunos templos que en otros. | ARCADI ESPADA




¿Es el Islam una religión de paz? Un debate imprescindible



Vale la pena dedicar un poco de nuestro tiempo a escuchar este debate organizado por el estadounidense 'intelligence2 debates' sobre el tema ¿Es el Islam una religión de paz?. Lo más interesante del mismo no es solo por el tema -aquí sería impensable- sino por los participantes. Por un lado los creyentes integrados y anti-radicales Zeba Kahn y Maajid Nawaz y por otro los críticos del Islam y el islamismo Ayaan Hirsi Ali y Douglas Murray.

Via PlazaMoyua que ofrece también un resumen de las itnervenciones en español



dimecres, 23 d’agost del 2017

¿Por qué atacamos al mundo?




Siempre que una explosión sacude una ciudad, se repite la misma escena. La atención se fija en los boletines especiales. Escucho a mis colegas: esperemos que el autor no sea árabe, que no sea musulmán, no necesitamos más…

Los escucho y comparto sus esperanzas. Pero los acontecimientos enseguida dan la réplica a nuestros deseos. Ya no es un secreto que los ataques son una vergonzosa especialidad en la que somos únicos.

Sé muy bien que el hombre que atropella a los turistas aquí o allá no representa a su país ni la confesión a la que pertenece, que no obtuvo permiso oficial para cometer su crimen, que era buscado en su país antes de ser incluido en listas internacionales de individuos buscados, y que la amenaza que representa a su ciudad natal es más peligrosa que su amenaza en un escenario criminal lejano.

Sé que la intolerancia no se limita a un pueblo determinado, a una secta o a un país, y que las personas enfebrecidas son el producto de muchas influencias. Pero tenemos que admitir inequívocamente que tenemos el récord de las agresiones en el mundo. Y nos hemos reservado una posición imbatible en el libro Guinness.

No exagero, querido lector. La visión de los turistas sangrando a muerte como resultado de un ataque perpetrado por una persona que viene de nuestra región me produce una gran confusión. No sé por qué siento el deber de disculparme con una familia china que estaba en Barcelona, ​​o un japonés que paseaba por Niza, o un alemán que estaba de visita en Luxor. Esto es horrible.

¿Quién nos ha dado el derecho a violentar mapas, ciudades y Estados? ¿Quién nos ha dado el derecho a asesinar a un grupo de jóvenes que celebraban la vida en Estambul? ¿Quién nos ha dado el derecho a asesinar a los que estaban en las Torres Gemelas de Nueva York?

La invocación a la injusticia aquí o allá es sólo una cortina para ocultar un profundo deseo de matar al otro, de eliminar a quienes no tienen nuestras características o afiliaciones. Supongamos que sí, que hay injusticia: ¿tenemos que responder infligiendo una injusticia aún mayor a gente inocente? Lo de que el mundo nos odia no es cierto.

Uno no puede negar el daño limitado que a veces producen en Occidente ciertas prácticas en respuesta a nuestras brutales actuaciones, pero ciertamente no son equiparables a los mortíferos banquetes que organizamos en escenarios tan distintos y distantes.

Quienes conocen Occidente saben que allí la ley es soberana y que beneficia incluso a los intolerantes. Muchos saben que las comunidades árabes y musulmanas disfrutan en Europa de una libertad de la que a menudo carecen en sus países.

¿Por qué atacamos al mundo? ¿Porque ha decidido poner rumbo al futuro, mientras nosotros estamos determinados a navegar hacia el pasado? ¿Es porque ha inventado el avión en el que viajamos, el coche que conducimos, los tratamientos contra el cáncer que aplicamos en nuestros hospitales? ¿Cuál es la justificación del odio a Occidente, si lo que deseamos es ver a nuestros hijos y nietos graduarse en sus universidades?

¿Por qué atacamos al mundo? ¿Es porque hemos fracasado a la hora de erigir Estados modernos, de alcanzar el desarrollo, de generar empleo, de garantizar las libertades y de consolidar el imperio de la ley? ¿Acaso vemos en el progreso del otro una derrota propia y una amenaza a nuestra existencia? ¿Cuál es la solución, ponernos un cinturón explosivo y reventarnos o salir de los túneles en los que hemos decidido meternos?

¿Es cierto que estamos horrorizados por la multiplicidad de colores, elecciones y oportunidades que se nos presentan y que buscamos preservar el mundo monocolor que percibimos como la garantía de nuestra existencia y de la continuidad de nuestra identidad, bien lejos de cualquier interacción o enriquecimiento? ¿Es cierto que nos saltan todas las alarmas cada vez que escuchamos el campaneo del advenimiento de una nueva era? El campaneo de la ciencia, la tecnología, la medicina, las ideas, la cultura, la educación, la música…

¿Por qué atacamos al mundo? ¿De dónde sacamos semejante carga de odio? ¿Por qué sentimos la tentación de colisionar con el mundo y no de vivir con él y en él? ¿Por qué anteponemos las explosiones al diálogo, la muerte a la interacción y el acuerdo; los escombros al acomodo en espacios comunes; las cenizas a la multiplicidad? ¿Por qué preferimos retirarnos en lugar de tender la mano? ¿Por qué preferimos la receta de la muerte en vez de la del diálogo y el reconocimiento?

No podemos seguir atacando al mundo. Eso significa destruir sociedades antes que destruir un café,un museo o un rascacielos en otros lugares. Los asesinos itinerantes asesinan a sus países mientras piensan que están atacando a otros. Esos países, que parecen frágiles, son capaces de vivir con el peligro porque tienen Estados e instituciones que cometen errores, pero los corrigen, revisan sus cálculos y refuerzan sus capacidades.

Ha llegado la hora de considerar la guerra contra el extremismo la gran prioridad de nuestra vida. Es imperativo erradicar el vocabulario del extremismo de nuestros hogares, vecindarios, escuelas y manuales. Hay que detener el torrente de odio que anega nuestras pantallas y redes sociales.

Tenemos que reflexionar sobre una cultura que promueve esa tendencia a atacar al mundo. Si no le hacemos frente con coraje y sensatez, nos hundiremos aún más en la sangre y el fango y produciremos más asesinos itinerantes. | Ghasan Charbel, director del diario internacional en lengua árabe Asharq al Awsat

Artículo original en inglés, aquí




De aquellos polvos han venido estos lodos

Arabia Saudita como excusa


Barack Obama fue criticado por "reverenciar" al rey Abdullah de Arabia Saudita



Una de las personas que ha planteado la relación entre Arabia Saudita y los atentados en Cataluña ha sido Pablo Iglesias. Sus argumentos apuntan a que el Pacto Antiterrorista, que su partido no firmó, es inútil si la lucha contra el yihadismo no tiene en cuenta el papel global de Arabia Saudita y Qatar. Pablo Iglesias pone como condición para incorporarse al mismo que España reconsidere sus relaciones diplomáticas y comerciales con ambos países. Esto es, pone una condición sobradamente imposible de cumplir para tener la excusa con la que justificar su ausencia. Ausencia que, si ya tuvo un costo político y resultó difícil de explicar cuando se creó el Pacto, más lo tiene ahora, con un atentado yihadista en suelo español.


Así que meter a Arabia Saudita en el discurso no tiene que ver con Arabia Saudita. Es un asunto de política española. Para un partido como Podemos, introducir a Arabia Saudita en el debate forma parte de un socorrida táctica retórica soviética conocida como whataboutism. Ante cualquier crítica, se responde: “¿Y qué me dices de…?”, nombrando cualquier cosa criticable del oponente para no tener que dar explicaciones. Poner sobre la mesa las relaciones con Arabia Saudita es la manera de anular cualquier crítica sobre los vínculos de Podemos con Venezuela.

Es evidente que traer Arabia Saudita a colación no tiene que ver con la lucha contra el terrorismo y que quien haya elaborado el argumentario podemita demuestra tener muy poco conocimiento de las dinámicas del yihadismo europeo. Pablo Iglesias afirma la necesidad de controlar “los flujos financieros y de los paraísos fiscales”, que dice son “claves en la financiación de las redes terroristas”. Considerando que el terrorismo ha pasado a una fase de yihad atomizada con células autosuficientes, hablar de controlar “los flujos financieros y de los paraísos fiscales” tiene más que ver con buscar el aplauso de la opinión pública que pide mano dura con los antipáticos bancos por su papel en la crisis financiera y con los insolidarios evasores, en estos tiempos de crisis y austeridad.

Amedy Coulibaly entró armado con un fusil de asalto comprado en el mercado negro en un supermercado judío de París en enero de 2015 y mató a cinco personas. Financió su atentado con un préstamo personal de unos pocos de miles de euros concedido por una entidad que se anuncia en televisión. Mohamed Lahouaiej, que mató a 86 personas e hirió a más de cuatrocientas en Niza en julio de 2014, sólo tuvo que alquilar un camión de 19 toneladas para perpetrar la masacre. Para Anis Amri sólo fue cuestión de robar un camión a punta de pistola y matar a su conductor antes de arrollar a 67 personas –de las que murieron once– en un mercadillo navideño de Berlín en diciembre de 2016. Rakhmat Akilov robó un camión de reparto en el centro de Estocolmo en abril de 2017. Arrolló a 19 personas, de las cuales murieron cinco.

De haber entrado en vigor alguna ley que controlase con más firmeza los flujos de dinero de las petromonarquías del Golfo Pérsico y los paraísos fiscales, no se habría evitado ningún atentado de los registrados en Europa desde 2012 (...)

Quienes culpan a Arabia Saudita de la amenaza terrorista en Europa convenientemente pasan por alto una dimensión del problema. No dedican mucho tiempo a pensar qué pasa con la población musulmana, que es el público que recibe el adoctrinamiento ultraconservador saudí. Acusan a Arabia Saudita de crear el caldo de cultivo para el extremismo pero sólo prestan atención a los que dan el paso al yihadismo. El resto y los valores que profesan son convenientemente olvidados.


Leer el artículo completo de Jesús M. Pérez (elMedio)aquí.


divendres, 18 d’agost del 2017

Se olvidan de la ley y de los maceteros




Los únicos culpables de los atentados de Barcelona y Cambrils son los yihadistas que los han cometido. Los miembros de los cuerpos de seguridad de Cataluña han tenido una actuación profesional y valiente en el grueso de las actuaciones que han realizado. Sin embargo, sus responsables políticos no han sido lo suficientemente diligentes para prevenir el habitual 'modus operandi' de los yihadistas en Europa: el atropello masivo.

Sabemos que la CIA y otros servicios de inteligencia internacionales advirtieron recientemente de un atentado en Barcelona. Sabemos también que el ministerio español del Interior pidió, tras el atropello de Berlín, que se instalaran maceteros o bolardos en los accesos a zonas de gran concurrencia peatonal. En este último aspecto, ni el Ayuntamiento de Barcelona ni la Generalidad hicieron nada. Ahora dicen, para justificarlo, que optaron por reforzar la vigilancia en lugar de instalar bolardos. Una decisión acertadísima, según se ha demostrado.



Forn y Trapero, los flamantes nuevos Conseller de Interior y Jefe Mayor de los Mossos de Esquadra, han tenido tiempo suficiente para dejar claro que incumplirán la ley y facilitarán la celebración del referéndum de autodeterminación pero no lo han tenido para dar una ojeada a los puntos vulnerables de Barcelona y poner unos maceteros a la Rambla de las flores. Tampoco lo ha tenido la alcaldesa Ada Colau, que parece pensar que para florista y florero basta y sobra con Marta Ferrusola. Y es que, como dice Arcadi Espada, Barcelona tiene tendencia a la coquetería.

Qué coño me importará a mí Oukabir, su cabeza podrida y su relato maligno. Ya lo he visto otras veces. En Niza, en Londres, en Bali, en Bagdad, en París, y he visto sus víctimas, todas iguales, indistinguibles, la férrea unidad de los muertos. A mí los que me importan ahora son los incalificables burgueses de Barcelona que llevan años supurando una grotesca fábula sobre la libertad. A mí me importan esos tipos y tipas de pueblo, toscos como sus mandíbulas, incultos como sus campos, cuya pasión nacionalista y xenófoba solo es una venganza personal sobre la Ciudad. A mí me importan los últimos de la clase, los más guarros del pupitre, que se han alistado a la Revolución por la extrema facilidad y los rápidos beneficios que rinde su trapicheo. A mí me importan los más irresponsables de mis colegas, que traen al prime time la violenta novedad de un memo y la convierten en meme. Y a mí me importan, porque aún saludo a alguno, los cobardes. Toda esta gentecilla, entreverada de gentuza, lleva años coqueteando por activa o pasiva con la violencia: desobedeciendo, desacatando, chuleando la paz, que es la ley. Si el Cuerpo Nacional de Policía lo permite, quiero compartir los 13 muertos y 80 heridos con todos y cada uno de esos intolerables coquetos, por si hay modo de que la sangre rinda a otro fin que la torva gloria de dios.

Esos tipos y tipas están aquí para quedarse, no para dimitir.


El fin del mito del 'lobo solitario' y la evidencia de la Dawa




El brutal atentado terrorista de las Ramblas de Barcelona ha acabado con el mito del 'lobo solitario' y ha evidenciado hasta qué punto este terrorismo es el brazo armado del Islam. Es cierto que el islam es una religión, pero no lo es menos que es también y sobre todo una filosofía política. Una ideología que tiene un nombre: Dawa.

En nuestras sociedades liberales se defiende y se protege el derecho a la práctica de la religión, pero se combaten -o se deberían combatir- las ideologías políticas insolubles en la democracia y la libertad, sean de raíz laica o teológica.

En su nuevo libro, Ayaan Hirsi Ali, lo expone con claridad meridiana:

Sostengo que el público estadounidense [o europeo] necesita urgentemente ser educado sobre la ideología del Islam político y su infraestructura organizacional llamada dawa que los islamistas usan para inspirar, adoctrinar, reclutar, financiar y movilizar a aquellos musulmanes a quienes ganan para su causa.

No tiene sentido negar que esta ideología tiene su fundamento en la doctrina islámica. Sin embargo, "islam", "islamismo" y "musulmanes" son conceptos distintos. No todos los musulmanes son islamistas, y mucho menos violentos, aunque todos los islamistas -incluidos los que usan la violencia- son musulmanes. Creo que la religión del Islam sí es capaz de una reforma, aunque sólo sea para distinguirla más claramente de la ideología política del islamismo. Pero esa tarea de reforma sólo puede ser llevada a cabo por los musulmanes. Felizmente, hay un número creciente de musulmanes reformistas. Parte de la estrategia de la administración Trump [y de la UE] debería ser apoyarlos y capacitarlos.

La otra parte de la estrategia requiere confrontar la dawa, un término desconocido para los estadounidenses [y europeos]. La Dawa, tal como la practican los islamistas radicales, emplea una amplia gama de mecanismos para avanzar en su objetivo de imponer la ley islámica (sharia) a la sociedad. Esto incluye el proselitismo pero se extiende más allá de eso. En los países occidentales, la dawa apunta tanto a convertir a los no musulmanes al Islam político como a inculcar opiniones islamistas en los musulmanes existentes. El objetivo final de dawa es destruir las instituciones políticas de una sociedad libre y reemplazarlas por la ley de la sharia.

La Dawa es para los islamistas de hoy lo que la "larga marcha a través de las instituciones" fue para los marxistas del siglo XX. Es la subversión desde dentro, el abuso de la libertad religiosa para socavar esa misma libertad. Otra analogía también es posible. Después de que los islamistas obtengan el poder, la dawa es para ellos lo que la Gleichschaltung (sincronización) de todos los aspectos de las instituciones estatales, civiles y sociales alemanas fue para los nacionalsocialistas.

Por supuesto, hay diferencias. La mayor diferencia es que la dawa está enraizada en la práctica islámica de intentar convertir a los no musulmanes a aceptar el mensaje del Islam. Como es una actividad misionera ostensiblemente religiosa, los defensores de dawa gozan de una protección mucho mayor por la ley en las sociedades libres de la que tuvieron los marxistas o fascistas en el pasado.

Peor aún, los grupos islamistas han disfrutado no sólo de protección sino incluso a veces del patrocinio oficial de agencias gubernamentales engañadas al considerarlos como representantes de los "musulmanes moderados" simplemente porque no se involucran en la violencia.



Sin embargo, a pesar de todas las evidencias, aquí seguimos escondiendo la cabeza bajo el ala. Peor aún. Justificamos la violencia política, aunque sea de manera vergonzante, al dotarla de supuestas razones sociales, políticas o económicas. La izquierda regresiva no tiene vergüenza alguna en utilizar el terrorismo yihadista como coartada para hacer avanzar su programa político e ideológico.

No tienen vergüenza alguna en mentir. Por qué es mentir afirmar, como lo hace la asociación Papeles y Derechos para todos y todas, que 'la desigualdad social, la enorme brecha entre ricos y pobres, entre los miles de inmigrantes sin derechos y los patrones que los explotan, entre los millares de refugiados que se ven obligados a huir a Occidente y los gobiernos que alzan muros a su paso' es la causa del terrorismo.

En los más de 15 años que han transcurrido desde los atentados contra las torres gemelas de Nueva York ha habido tiempo para estudiar y comprender que la pobreza no es ni la primera ni la segunda ni la tercera de las causas y motivaciones que generan el terrorismo. Los atentados del 11-S fueron realizados por un grupo de jóvenes la mayoría de los cuales provenía de familias musulmanas acomodadas, que habían estudiado en Occidente y que, hasta su radicalización, no eran precisamente unos estrictos practicantes de su religión.

Un caso parecido sería el del menor Moussa Oukabir que vivió y estudió en Ripoll en una familia asalariada como casi cualquier otra de la localidad. Ni miseria, ni discriminación, ni persecución ni nada de nada. Sin embargo, ese joven educado en el Instituto CEU del 'bressol de Catalunya' se convirtió en un asesino en masa.

Las razones no hay que buscarlas en la raza, el género, la etnia o la posición social, aunque algunas de ellas puedan aparecer circunstancialmente en algunos casos, sino en la capacidad de corrosión moral de las ideologías totalitarias. En el caso de los musulmanes se trata, como señala Ayaan Hirsi Ali, de la Dawa, que está simbióticamente unida a la religión islámica.

Si ignoramos este hecho, no podremos combatir de manera eficaz la amenaza yihadista. El Islam padece de un cáncer que hay que extirpar. Pero para ello, lo primero es reconocer que existe la enfermedad e impedir que se extienda y contagie al principal grupo de riesgo: los musulmanes.

Dejémonos de hipocresías, llamemos a las cosas por su nombre y ayudemos a los musulmanes a resolver, en la medida de lo posible, este grave problema del que son sus principales víctimas.








dimarts, 1 d’agost del 2017

Juana Rivas o la posverdad



Pilar Enjamio, una psicóloga experta en mujeres maltratadas, desafía en este artículo la ola de apoyo a Juana Rivas y plantea interrogantes y soluciones distintos a la fuga con sus hijos.
El nombre de Juana Rivas está de plena actualidad. Los comportamientos impulsivos denotan desequilibrio e inestabilidad. Eludir la ley anula de un plumazo cualquier argumento. Esta conducta de esconderse como delincuente que huye causa desequilibrio psíquico e inestabilidad en los menores.

La historia se remonta a doce años atrás cuando en Londres se enamora de Francesco Arturi y tienen su primer hijo. El domicilio familiar se sitúa en Italia. En 2009 Juana presenta una denuncia por malos tratos y su pareja es condenada a tres meses prisión.

Según el abogado del padre, Adolfo Alonso, lo de reconocer maltrato fue una especie de cláusula entre la pareja o, mejor dicho, imposición de la mujer a cambio de permitirle ver al hijo, aunque la sentencia es la sentencia.

Años después se vuelven a unir y tienen un segundo hijo que en la actualidad tiene tres años. La inadaptación de Juana a un lugar, Cerdeña, era manifiesta. Se sentía esclava y alejada de todo contacto en un hotel rural de la familia a ocho kilómetros del pueblo más cercano. Hablan de síndrome de Estocolmo en este regreso y no lo creo. Se manifiesta cercano en el tiempo y no después de años. Pero la dependencia afectiva impide la separación.

Algo no encaja

A finales del curso de escolarización de 2016 Juana trajo los niños de vacaciones a España y no volvió a llevarlos al hogar familiar ni se los entregó a su padre. Según el convenio internacional se trata de un traslado ilícito de menores. Tenía que entregárselos a Francesco estos días y no sólo no lo ha hecho sino que está en paradero desconocido. Yo me pregunto por qué no hubo más denuncias desde 2009 y ahora se usa ese argumento para que no convivan con el padre.

Si cuatro jueces se han puesto de acuerdo en conceder la custodia provisional, ¿están todos ellos equivocados? Francisca Granados, directora Centro Mujer de Maracena en Granada, se ha convertido en la abanderada de esta causa. Pero yo observo una masa de gente con ese poder hipnótico del gregarismo que, en una especie de fanatismo, creen a pies juntillas una versión de malos tratos.

Sin haber visto nunca ningún signo de maltrato creen a la mujer. Yo, sin tener nada que ver el caso, he visto a hombres maltratados y manipulaciones con los hijos. Prevengo y lucho contra la violencia de género y recupero mujeres con síndrome de Estocolmo, con verdadero síndrome de Estocolmo.

Pero aquí hay muchas cosas se me escapan y no concuerdan. Llora Juana y lloran las mujeres a su lado que más bien parecen plañideras y ni saben por qué lloran. Y ahora el eslogan defendiendo el incumplimiento de normas judiciales, con esa frase de "Juana está en mi casa".

¿Y dónde está el razonamiento? Loo sucedido es un secuestro de los niños. Francesco adoptará medidas legales. Mi querida madre Juana, yo sé que quieres a tus hijos, pero no eres consciente del daño estás haciendo con tu huida, puedes acabar en la cárcel. De este modo te quedarás sin niños y sin razón.

Ni plataformas ni gritos: ley

Nada ayudarán las plataformas ni los gritos sino la vía legal. Pedir la custodia legal que es muy diferente a raptar. Dicen los menores que jamás recibieron maltrato pero lo presenciaron. Sería necesario un examen psicológico . Se cree y dice que estarían mal con su padre. Huyendo y escondiéndose tampoco están bien.

La solución no es escapar de los problemas, sino enfrentarse a ellos . Y algo que hay que enfatizar es el hecho de que los hijos no son objetos ni monedas de cambio en los conflictos entre un padre y una madre. Actuar de forma fanática y con premura -y aquí me refiero también a instituciones- no es prevenir violencia de género ni es protección al menor.

Sin olvidar un examen psicológico de la persona sufre maltrato porque siempre se ve afectado su comportamiento y equilibrio. Espero aparezcan los niños y la vía legal se reestablezca.


De la última carta a K. de Arcadi Espada:

Francesco Arcuri vive de un pequeño hotel rural en Carloforte, en la Isla de San Pietro. Por lo que muestra Booking parece un lugar modesto y agradable. Este fin de semana la habitación valía 86 euros. De aquí se fue Juana Rivas con los niños, el 18 de mayo de 2016. A pasar unos días en España, dijo. Los dos se habían conocido en Londres, en el invierno de 2005. Algo más de un año después nació el primer hijo, Gabriel. Y una mañana de 2009, ya con calor, la primera y seria desgracia. Vivían entonces en Granada. Juana estaba al cargo de un pequeño negocio, una tienda de alimentación ecológica, y Francesco se ocupaba de la crianza del niño. Aquella mañana Juana había llegado a la casa después de una noche de farra. Discutieron. Hubo insultos recíprocos. No era la primera vez que todo aquello pasaba. Entrada la mañana, ya despiertos, siguieron discutiendo. Juana la emprendió a golpes contra algunas de las cosas de Francesco: su ordenador, un disco informático, unos auriculares. Él quiso limitar los daños y cuando trataba de arrancarle los auriculares, probablemente le lastimó la mano. Juana acabó por coger la puerta. Le dolía la mano y se fue a un hospital donde le diagnosticaron una lesión leve. Y donde le insistieron en que presentara una denuncia contra Francesco. Por la tarde, el padre sacó a pasear al niño. Su intención era acercarse a la tienda para ver si Juana estaba allí. No pudo llegar. Un policía de paisano lo paró en plena calle:

-¿Usted sabe por qué voy a detenerle?

-Perdone, pero no tengo ni idea de lo que me está diciendo.

El policía lo detuvo y lo llevó a comisaría. Pasó la noche en el calabozo y al día siguiente el juez lo dejó en libertad con cargos y le prohibió acercarse a Juana.

El juez no determinó su alejamiento del niño. Lo determinó Juana Rivas. La situación se le hizo tan insoportable que prefirió evitar el juicio y aceptar una condena de tres meses y un año de alejamiento. A las personas hay que comprenderlas. Era inocente, pero quería volver a ver a su hijo. Y tal vez, en un rincón no dicho de su corazón, pensó que quizá podría arreglarse con Juana. Aceptó la condena y lo que es peor, la culpa. Al poco tiempo los dos quebraron su orden de alejamiento. A fondo la quebraron. El 11 de enero de 2014 nació Daniel, el segundo hijo. El Derecho prevé dar una segunda oportunidad a la gente, porque imita a la vida. Pero no salió bien. En mayo de 2016 Juana se marchó de la isla con los niños. Lo necesito. Quiero estar un tiempo con mi familia. Volveré. En agosto le anunció que no volvería. En noviembre prohibió que padre e hijos tuvieran su habitual contacto por skype. Y presentó una denuncia por agresión contra Francesco. Esta denuncia que el presidente del Gobierno confunde irresponsablemente con un hecho.

Francesco habla desde un hotelillo de Granada. No tiene más planes que el de volver a ver a sus hijos. Adolfo Alonso, su abogado, militante socialista vasco y candidato al Congreso por Vizcaya en 2016, medita lo que dijo el viernes la secretaria de Igualdad del Psoe, Carmen Calvo, sobre el pacto parlamentario contra la llamada violencia machista y con la historia de Juana y Francesco golpeando su noble corazón de socialista igualitaria: "Que no vuelva a ocurrir que un padre condenado en firme por malos tratos pueda tener luego el disfrute de sus hijos en cualquiera de los formatos posibles". Medita el letrado Alonso cómo Carmen Calvo y él militan aún en el mismo partido.

El saqueo de las arcas catalanas





I. La Generalitat de Mas amañó contratos por valor de 500 millones

II. Una comisión dependiente de Junqueras descubrió el amaño de contratos de la era Mas

III. Así se manipulaba una adjudicación de dos millones en la era Mas

IV. Un cártel de empresas catalanas encarecía los contratos de la Generalitat

V. Mas puso a un miembro de la "hermandad" al frente de Infraestructures

VI. La red de enchufes de Mas: desde su prima al "militante leal" 



Un paradójico Baltasar Garzón que se justifica denunciando la 'posverdad que reinventa la historia y a nada conduce'



La definición de posverdad es la de mentira emotiva, es decir cuando lo ocurrido en realidad tiene menos importancia que la percepción que cada cual tiene de ello. La posverdad puede en demasiadas ocasiones transformarse en aquel ejercicio en el que Goebbels fue experto: repetir mil veces una mentira para que acabe estableciéndose en el imaginario como realidad incontestable. El 21 de julio, el Ayuntamiento de Barcelona decidió admitir una de estas posverdades y elevarla a acuerdo institucional. Me refiero a una propuesta que la CUP Capgirem presentó al pleno en la que se rechazan “las torturas denunciadas por los militantes independentistas” en 1992 en lo que denominan “operación Garzón”. Condenan públicamente “todo tipo de persecución policial sufrida por la militancia independentista…” y plantean organizar un acto de memoria de aquellos hechos contra la tortura y los malos tratos. Para terminar, reprueban “la actuación del exjuez Baltasar Garzón por haber faltado a la verdad diciendo que ninguno de los detenidos había denunciado torturas delante de él, cuando existen pruebas materiales de su existencia…” A favor votaron Barcelona en Comú, PDECat, ERC, el concejal no adscrito, Gerard Ardanuy, y la CUP Capgirem.

Bueno, pues es falso. La CUP miente y lo sabe. Lo que han rebautizado a posteriori como “operación Garzón” –los nombres de otros jueces que también ordenaron detenciones en esos momentos parece que venden menos– fue fruto de dos años de investigación de la Guardia Civil a una organización terrorista que, lo siento, es lo que había definido hasta entonces a Terra Lliure. Las torturas que denunciaron los detenidos fueron incluidas en el acta de las declaraciones con mi firma inmediatamente debajo, como bien se ve y me mostraron recientemente en el Parlament de Catalunya algunas de las personas que hacen estas acusaciones.



En aquel momento –1992– ningún otro juez se atrevía a recoger esas denuncias en el acta de la propia declaración de los detenidos que así decidían hacerlo constar. ¿Cuál es la mentira entonces? Por escrito lo tienen y signado personalmente por mí.

¿Estoy de acuerdo en que no se investigó lo suficiente? Sí. En lo que no estoy de acuerdo es en que la responsabilidad recaiga sobre el único juez que no podía investigar. Porque, como también saben bien la CUP y sus compañeros de viaje, pues cuentan con buenos abogados que les explican la ley, el juez de la Audiencia Nacional no puede, bajo concepto alguno, por falta de competencia objetiva, investigar torturas o malos tratos, sino recoger en acta la mención de los hechos referidos a ese presunto delito, como así se hizo. El juez de instrucción competente (en este caso jueza) era el titular del juzgado natural de la zona en que se produjeron los hechos denunciados (el de Madrid). A partir de ahí debía resolver el ministerio fiscal en su función de ejercer la acción penal y perseguir el delito, y la juez, investigarlo.

En esa concatenación de posverdades de la CUP y los viejos militantes de Terra Lliure llegamos a la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que condena a España por no investigar suficientemente las denuncias de torturas, pero se explica con prístina claridad que la actuación de quien esto firma fue impecable y no se condena por torturas, como arteramente se expone en aquel acuerdo.

Todo lo anterior lo expliqué a un grupo de personas a las que invité a conversar cuando me abordaron en el Parlament de Catalunya, al que fui convocado por el grupo de trabajo que entiende del terrible caso de niños robados del franquismo. Mantuve mi presencia por responsabilidad democrática, aun sabiendo que se produciría este encuentro. Fue, curiosamente, el 18 de julio. Me impresionó, debo decir, que por dejar patente su rechazo hacia mi persona los dos diputados de la CUP no quisieran intervenir en una reunión que afectaba a más de 30.000 víctimas ilegalmente dadas en adopción o directamente robadas durante la dictadura franquista y aún en democracia. Pero cada cual es libre de explicar a su electorado cuáles son sus prioridades.

Los denunciantes también recordarán que seis de los 15 detenidos fueron condenados por el tribunal de la Audiencia Nacional en 1995 por pertenencia a banda armada o colaboración, tenencia ilícita de armas o terrorismo. Es decir, no hablamos de ideólogos independentistas que elaboraban argumentos en distendidas charlas de café o en reuniones de reflexión. Hablamos de personas que utilizaban el terror como método para exponer sus ideas. Otra posverdad de la CUP cuando reivindica a los protagonistas de una época que nadie desea recuperar.

No entiendo ese empeño de intentar reivindicar visiones del pasado distorsionadas, ni pretendo convencer a nadie de nada que no quiera reconocer. No merece la pena perder el tiempo en ello. Su verdad no es la mía y sus argumentos se han ido convirtiendo en un compendio de dimes y diretes engrosado, cada vez menos cierto. Yo hice lo que pude, incluso emprendí la única inicial investigación que se realizó y, por supuesto, rubriqué sus denuncias. He peleado siempre por evitar los malos tratos y las torturas, hasta el punto de haberme granjeado enemigos no menores que han hecho lo posible por sacarme del juego. Otros colegas no trabajaron en esta línea. ¡Qué le vamos a hacer!

Nadie es perfecto. He realizado mi autocrítica en innumerables ocasiones y pienso seguir haciéndolo. Pero no puedo aceptar que la imaginación o el deseo se centre en una lectura parcial e ¿interesada? de la historia. Creo que los ciudadanos esperan mejores cosas de todos nosotros y que cada cual debe elaborar su propia mirada interior, relacionándola con lo que desea aportar a la sociedad.

Quédense pues con la que denominan apócrifamente “operación Garzón” que yo sigo con mi defensa irrestricta de los derechos humanos y de la legalidad frente al abuso, venga de donde venga, actitud por la que ya he pagado un alto precio. Ahora bien, si con estos argumentos se defiende el “procés”, creo que también me he equivocado en la valoración y defensa de los fines, fundamentos y argumentos de quienes lo propugnan. Desde luego la defensa que por convicción he hecho del debate, la aproximación, la pluralidad de España, el derecho a decidir, quedan hueros ante actitudes que abrazan esa llamemos posverdad que reinventa la historia y a nada conduce.| BALTASAR GARZÓN