divendres, 11 de maig del 2018

Hacia la demolición de un derecho penal sexual basado en la protección de la libertad sexual individual y a favor de otro cada vez más moralista y autoritario


Mi tesis es que la eliminación de las graduaciones en los atentados a la libertad sexual dará lugar no solo a un derecho penal sexual superficial, carente de matices, sino a un derecho penal sexual moralista, que fácilmente terminará siendo autoritario.

En primer lugar, la desconsideración de la diversa entidad del ataque desnaturaliza el propio concepto de libertad sexual, pues si todo atentado a la libertad sexual merece el mismo juicio, conductas leves y graves, el valor libertad sufre un proceso de banalización. En contra de lo que pudiera parecer, la absolutización de la mera ausencia de consentimiento no lleva a una mayor protección de la libertad sexual, sino a su difuminación como elemento determinante. Si da igual cualquier afección a la libertad, las distinciones se trasladan a la clase de comportamiento sexual realizado, como en el viejo derecho penal sexual. Será la naturaleza de la acción sexual, no la importancia del atentado a la libertad, lo que marcará la diferencia. ¿O estamos dispuestos a castigar igual un beso que un acceso carnal no consentidos?

En segundo lugar, la decisión de no graduar los ataques a la libertad promueve un nuevo avance en la moralización del derecho penal sexual. La cuestión es por qué no debemos ponderar los ataques a la libertad sexual, pese a que graduamos los ataques a otros intereses tan importantes como la vida (asesinato, homicidio, homicidio consentido), la integridad personal, la libertad ambulatoria (detención, secuestro), la intimidad, el patrimonio (hurto, robo) y tantos otros intereses básicos. La respuesta parece ser que la actividad sexual, sin duda componente esencial de la autorrealización personal, es además una actividad peligrosa, tabuizada, cuya práctica se ha de observar con atención y desconfianza. De ahí que la condena de su ejercicio involuntario no admita matices, sea inconmensurable. En ese sentido es un interés superior a la vida, la integridad personal, la libertad en general, la intimidad… Es justamente esa actitud desconfiada hacia la sexualidad la que está detrás de todas las reformas moralistas experimentadas por el derecho penal sexual en los últimos años.

En tercer lugar, la decisión de no graduar el atentado a la libertad sexual infringe el principio de proporcionalidad, según el cual la gravedad de las sanciones ha de guardar proporción con la gravedad de la infracción. Y ello no solo porque permite castigar del mismo modo conductas de muy distinta importancia. También porque da lugar a un incremento pronunciado e injustificado del nivel de castigo de todos estos delitos. Pues, naturalmente, la igualación de penas tiene lugar por arriba, imponiendo la pena ahora prevista para la conducta más grave a todas las demás.
José Luis Díez Ripollés, catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Málaga

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El 55,6% de los catalanes se informa con TV3 y la Sexta y el 63,3% por RAC1 y Catalunya Ràdio


La gran mayoría de los catalanes se informa a través de medios de comunicación, públicos y privados, que alientan el proceso independentista. En el caso de la televisión, que es el medio que mayor audiencia tiene, el 45,1 % obtiene la información de TV3, seguido de muy atrás por La Sexta, la cadena populista de izquierdas de ámbito español, con el 10,5%, y por TVE, la televisión pública española, también con 10,5%. Entre las dos, no alcanzan la audiencia de la televisión pública catalano-independentista.

En lo que se refiere a los medios radiofónicos, la preminencia de los medios independentistas es todavía mayor que en la televisión. En RAC1, la cadena privada proindependentista, se informa el 34,5% de los catalanes y en Catalunya Radio, la radio pública catalana, lo hace el 28,8%. Muy a lo lejos, el 12,5% de catalanes escogen la cadena SER para estar al día. Tan solo las dos primeras cadenas copan el 63% de la audiencia.

Dos grandes medios se reparten la mitad de los lectores que todavía se informan en papel. Son La Vanguardia y El Periódico, con el 31,7 y el 18,8%. A mayor distancia se encuentran los diarios independentistas ARA y El Punt Avui, con el 15,2 y el 5,7 respectivamente. El País, en solitario, dicen leerlo el 8,6% de catalanes.

Finalmente, los que dicen informarse a través de internet lo hacen en una multitud de medios online. Esa fragmentación, sin embargo, no se corresponde con una mayor diversidad política o ideológica. El 78% lo hacen en páginas web independentistas o filosoberanistas.

DATOS EXTRAÍDOS DEL ÚLTIMO BARÓMETRO DEL CEO






C's volvería a ganar, ERC avanzaría a JxCat y la CUP obtendría su mejor resultado




Las formaciones independentistas, en cualquier caso, repetirían su mayoría absoluta, y obtendrían entre 70 y 75 diputados, por delante de los 68 necesarios para la mayoría absoluta, gracias, en parte, a la subida de la CUP, que mantiene ahora en suspenso la posible elección de Quim Torra como presidente. La CUP valora si se abstiene o vota en contra. En ese caso, se truncaría la investidura. Y es que la CUP sabe que podría obtener más diputados en unas nuevas elecciones.

Las horquillas que ofrece el CEO deja a Ciudadanos, liderada por Inés Arrimadas con 33-34 diputados; mientras que Junts per Catalunya obtendría 30-32 escaños, y Esquerra entre 29 y 32 diputados. Todo bastante lejos de los 40 escaños con los que especulaba el entorno de Puigdemont, advirtiendo con ello a los republicaos de que lo mejor era aceptar las condiciones del expresidente.

El resto de fuerzas políticas también experimentan cambios. El PSC perdería entre dos y cuatro diputados y se quedaría con 13-15 escaños; por los 11 de Els Comuns, que ganarían tres; y el PP se quedaría en la misma franja de 3-4 diputados, por los cuatro actuales.

El salto neto lo experimenta la CUP, que pasaría de los cuatro obtenidos el 21-D a los 11 que retrata la fotografía del CEO. Eso podría incentivar a la formación anticapitalista a reformular su apoyo o abstención en la investidura que se ha convocado para este sábado en el Parlament
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El fugado Puigdemont elige a dedo a Torra para que sea su masovero en la Generalitat




Quim Torra hacía seguros en Winterthur hasta que lo echaron por gandul y por no dar la talla, aunque realmente no le gustaba nada el trabajo e igualmente se hubiera marchado tarde o temprano. Torra es lo mismo que Puigdemont pero sin esperanza. Es la misma vacuidad, la misma irracionalidad. pero mucho más tristona, sin esperar ya nada de la vida, con su expresión de lechuga marrón que fue olvidada en el fondo de la nevera. Ha sido el elegido por su fidelidad más canina que leal, más interesada que sentimental, la que ha usado en los últimos 4 o 5 años en que se ha dedicado a la política sin que nadie supiera exactamente qué hacía, pero trepando a costa de obedecer y de repetir las más inconcebibles consignas.

Ha sido editor, y editor de uno de mis poquísimos libros, cargo intermedio de toda clase de asociaciones cívicas independentistas, presidente puente de Òmnium Cultural entre la muerte de Muriel Casals y el mandato de Jordi Cuixart, uno de los Jordis, hoy en la cárcel. Ha planteado siempre las ideas más absurdas y descabelladas, como aquella candidatura sin políticos con la que pretendía que los independentistas se presentaron a las elecciones del año 2015.

Quim Torra es lo más parecido a que Carles Puigdemont sea el presidente de la Generalitat y es la peor noticia que podían recibir los políticos que están en la cárcel, porque ninguna moderación, ni que sólo sea estratégica, es esperable del futuro president. Con su presidencia, el riesgo de reiteración delictiva es más evidente que nunca, de modo que el juez Llarena tendrá todos los argumentos para mantener encarcelados a los líderes independentistas.

Puigdemont, que tuvo siempre la idea de nombrar a Elsa Artadi su sucesora, ha tenido en los últimos días tanto miedo a que su llama se apagara con la formación del nuevo Govern, que ha decidido poner, más que un presidente, a una sombra, a alguien sin ninguna posibilidad de tener alguna idea que no sea la que él le dicte, ni a nombrar a nadie que él no designe. Entre todos los candidatos posibles, ha elegido al más débil, al más insignificante, al que más fácilmente podrá controlar, manipular, y cesar si es necesario en cualquier momento.

Continúa, pues, el circo del forajido, con todos los enanos en la pista, con los elefantes y con la mujer barbuda. Cataluña tendrá un presidente sin ninguna experiencia política, sin ninguna capacidad de gestión y sin ninguna idea de lo que es una administración. Los catalanes seguiremos siendo rehenes del penúltimo capricho de un fugado.
SALVADOR SOSTRES (ABC)

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